
La Flor de mi Café: Mi Pequeña Versalles
La familia campesina conformada por Sixto Nelson Sánchez Coronado, Yolanda Soacha Gómez y sus ocho hijos, cuenta el esfuerzo que han realizado para rescatar una tierra echada al olvido en Mi pequeña Versalles, su hogar.
Enraizados en la Tierra, llegaron del Huila buscando una nueva vida en el Quindío. Tejiendo entre territorios, trajeron consigo el conocimiento de la vida campesina, transformaron este suelo recuperándolo paso a paso del maltrato causado por el uso de agroquímicos y el monocultivo. Hoy, cada rincón da cuenta de esa labor maravillosa: una producción agroecológica certificada por variedades de café, diversos frutales, una huerta, plantas medicinales, un vivero, aves de corral y otros animales. Nos dan una lección de generosidad “si uno cuida y atiende la Tierra, ella devuelve con frutos en abundancia”.
Aquí se cultiva y se tuesta el café. Como un mago de los sabores, don Sixto acierta al pedido del paladar, que ‘más dulce’, que ‘más amielado’, que ‘más ácido’, para todos hay. Es un hacedor de aromas. Son sus propias manos y las de su familia las que siembran este café orgánico que gracias a sus cuidados les brinda las apreciadas ‘cerezas rojas’ cada quince días.
La relación de esta familia con la Tierra es muy especial, hay un halo de misticismo y espiritualidad en el ambiente, hay un lugar para el recogimiento en medio de la naturaleza. La alegría ronda por toda la casa. La niñez está presente en el color de las paredes, de los dibujos, de los juguetes de madera. Esta finca está impregnada por la fuerza del amor, por la labor del campo y el sentido de pertenencia a este lugar, una huella notoria en todos los integrantes de la familia. Aquí está representada la idiosincrasia, el pensamiento y la gastronomía campesina.
Se respetan los tiempos no solo de las plantas, sino de toda la naturaleza. Se defiende la semilla, se hacen reflexiones en torno a la defensa de la Tierra, se invita al trabajo comunitario y a la conservación del bosque nativo entre vecinos. El tiempo compartido con Sixto, Yolanda y su familia es una invitación permanente a poner las manos en la Tierra, de tal manera que uno piensa, “yo lo puedo hacer”. Todas las conversaciones con el maestro Nelson son metáforas para la vida; todos los ejemplos de su día cotidiano, una invitación al ‘Buen Vivir’.



