
Kundawe: ancestralidad, cocina y herbolaria
La inmensidad del corazón es el territorio que alberga los fogones del cacao ritual de Kullnak, de la cocina con los frutos de la Tierra de Quysqua y las hierbas para la cotidianidad de Magnolia de Agua. Todos estos procesos alquímicos son posibles gracias al fuego que emana del respeto por la Tierra y por todos sus habitantes, incluidos plantas y animales.
Esta tierra en olvido es transformada gracias al trabajo constante y amoroso de Alejandra Torres, William Gómez, Luisa Otero y sus familias. Unidos por el agradecimiento a la Madre Tierra, colocan las manos sobre ella para que abrigue los cultivos de cacao, maíz y fríjol, los diversos frutales, las huertas y plantas de diversos aromas y usos.
Quysqua, cocinar en lengua muisca, es la conjugación entre lo innovador y tradicional, que rescata los frutos olvidados del territorio. Es un vivo ejemplo de la resistencia a someter el paladar y las mesas bajo las dictaduras de un mercado que restringe las posibilidades de la alimentación sana y sostenible, y se constituye en una propuesta de soberanía alimentaria. Este laboratorio de creaciones culinarias lleva inmersas memorias y técnicas propias del mundo de la gastronomía. La elaboración y degustación de las preparaciones realizadas de la mano de Alejandra Torres y Martha Ciro, conduce a una experiencia de colores, olores y sabores sorprendentes y únicos.
La inmensidad del corazón es el territorio que alberga los fogones del cacao ritual de Kullnak, de la cocina con los frutos de la Tierra de Quysqua y las hierbas para la cotidianidad de Magnolia de Agua. Todos estos procesos alquímicos son posibles gracias al fuego que emana del respeto por la Tierra y por todos sus habitantes, incluidos plantas y animales.
Esta tierra en olvido es transformada gracias al trabajo constante y amoroso de Alejandra Torres, William Gómez, Luisa Otero y sus familias. Unidos por el agradecimiento a la Madre Tierra, colocan las manos sobre ella para que abrigue los cultivos de cacao, maíz y fríjol, los diversos frutales, las huertas y plantas de diversos aromas y usos.
Quysqua, cocinar en lengua muisca, es la conjugación entre lo innovador y tradicional, que rescata los frutos olvidados del territorio. Es un vivo ejemplo de la resistencia a someter el paladar y las mesas bajo las dictaduras de un mercado que restringe las posibilidades de la alimentación sana y sostenible, y se constituye en una propuesta de soberanía alimentaria. Este laboratorio de creaciones culinarias lleva inmersas memorias y técnicas propias del mundo de la gastronomía. La elaboración y degustación de las preparaciones realizadas de la mano de Alejandra Torres y Martha Ciro, conduce a una experiencia de colores, olores y sabores sorprendentes y únicos.
Siguiendo la ruta se encuentra Pijao, el pueblo donde el viento no tiene prisa. Todavía con casas de bahareque y un árbol donde llegan las garzas en el atardecer, está rodeado de montañas. Una calma envuelve a este pueblo pintoresco de rincones resguardados que dan cuenta de su cultura cafetera y murales recientemente incorporados a su tranquila vida, que narran de múltiples formas la percepción de artistas jóvenes del hoy. Sus calles guardan emblemas y rincones llenos de sorpresas, artesanos, cafés, viveros y más, testigos de su comunión con la naturaleza. Parece que la montaña, testigo mudo del lento paso del tiempo, abrazara su plaza central.
Descendiendo de la montaña encontramos a Córdoba, el remanso de guaduales, también considerada como la puerta de entrada al sur del Quindío. Nació como refugio para pobladores que huían de la violencia de diferentes partes del país, quienes encontraron en este territorio del río Verde un remanso para la paz. La tradicional guadua en manos artesanas se transforma en objetos útiles y curiosos, planta que ya desde los primeros tiempos fue utilizada en la construcción de casas, utensilios y herramientas que hacen parte de la arquitectura tradicional de este territorio. No puede faltar la presencia del café en su parque central, fruto del esfuerzo de mujeres organizadas y trabajadoras que han hecho de esta iniciativa una insignia para el pueblo y un significativo aporte a la economía de sus familias y del pueblo donde se escucha el susurro de los guaduales.



